La colonia judía de
Filipos era, sin duda muy escasa, pues no tenía sinagoga; se reunía para sus
oraciones fuera de la ciudad, a la orilla del río (Hch 16,13). A pesar de la
conversación de Lidia y de su familia (ibid., 13-15), la casi totalidad de la
comunidad debía de ser de origen pagano.
En la iglesia de
Filipos existían algunos cargos, "episcopoi" y "diákonoi"
(encargados y auxiliares, 1,1), términos que no tenían el sentido técnico
posterior de obispos y diáconos, y que nunca aparecen en las otras cartas
dirigidas a comunidades. Es difícil precisar cuál fuera su función. Sin
embargo, como la carta se propone dar las gracias efusivamente por el subsidio
que envían los filipenses (4,10-20), parece natural mencionar a los que se
encargaban de la administració. Estos dos cargos serían equivalentes al "encargado"
(proistámenos) y al que "reparte la asistencia" (eleón) de Rom 12,8,
que también se encuentran en contexto administrativo (precedidos por "el
que contribuye").
La carta se distingue
de otras, como Gál o Rom, por el hecho de que en ella no desarrolla Pablo
argumentaciones para probar que los paganos tienen derecho a los bienes
mesiánicos ni, paralelamente, propone una teología por la que demuestre que los
paganos se integran en la descendencia de Abrahán (Gál 3,6-14; 5,21-31) o están
injertados en el tronco del pueblo escogido (Rom 11,17-24). Esto significa, sin
duda, que la fe de la comunidad de Filipos no estaba amenazada por misioneros
judeocreyentes, que pretendían mezclar el mensaje cristiano con las tradiciones
judías. Lo que parece haber existido en Filipos, en cambio, era un agresivo
proselitismo judío, y a él van dirigidos los violentos ataques de Pablo
(3,2-6.17-19). Su postura y lenguaje, sin ninguna concesión a los privilegios
de Israel (3,2.18s), hacen pensar en la época final de la vida de Pablo,
después de su llegada a Roma (61 d. C), donde, según la narración de los
Hechos, abandona definitivamente los restos de su nacionalismo judío (Hch
28,17-31).
Esto se confirma
porque no aparece en Flp ninguna condenación en bloque contra el paganismo (cf.
Rom 1,18ss), al estilo de la polémica judía. Por el contrario, Pablo se muestra
abierto hacia los valores humanos que existen en la cultura pagana (4,8). Flp podría
ser así el último escrito auténtico de Pablo. Muestra plena confianza en los
filipenses (1,3-7; 2,12; 4,1), aunque algunos parecían impresionados por la
propaganda (3,2.15.17). No existía, sin embargo, ninguna frialdad entre los
filipenses y Pablo (1,7.26; 4,1.10).
A pesar de todo, la
situación interna de la comunidad no era todo lo buena que cabía desear. Existía
división, causada por las ínfulas y el egoísmo de algunos (2,1-4), había
protestas y discusiones (2,14), diferencias de opinión (3,15) y una querella
manifiesta entre dos mujeres eminentes por su dedicación (4,2). Esto, sin
embargo, no había sido un obstáculo a la actividad de los filipenses en
propagar el evangelio (1,5), a pesar de las dificultades (1,29), ni a su
decidida solidaridad con Pablo (1,7).
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